O de cómo llegué a Erbil, capital del Kurdistán irakí, y simpaticé con sus habitantes para aprender sobre la demoledora realidad de un país raramente visitado.
O de cómo antes de abandonar el Kurdistán iraquí fui a Lalish, la ciudad sagrada de los Yezidíes, practicantes de una peculiar y esotérica religión y lo que ellos me enseñaron.